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Cuando nos sentimos incapaces de resolver o afrontar una situación personal, familiar o social que nos desborda.
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Cuando nuestro comportamiento nos produce sufrimiento a nosotros mismos y/o a los demás.
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Cuando tenemos sentimientos recurrentes de miedo, tristeza, culpa, ira, indefensión, frustración, impotencia, fracaso, etc.
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Cuando no superamos la muerte de un ser querido o un trauma.
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Cuando tenemos dudas o problemas con nuestra sexualidad.
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Cuando queremos adquirir nuevas habilidades para nuestro desarrollo personal.
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Cuando nos apetece volver a sonreír y estar en paz pero no somos capaces de conseguirlo.